Tal como experimentamos el mundo actualmente, la familia constituye un auténtico camino para llegar al Amor que es Dios, pues si vive y experimenta el amor en su vida cotidiana, está viviendo en Dios cada día e irradiándolo a todo su entorno.
La manera idónea de transmitir los valores al ser es desde la vivencia de la familia, día a día, como el agua que cae suavemente, calando hasta lo más profundo del ser. La familia debe educar a sus miembros y ayudarles a tener la vivencia necesaria de la fe para que ésta llegue a ser una realidad vital en sus vidas.
La vida de la pareja sólo puede estar basada en el amor y edificarse a partir de él si la consideramos un elemento edificante y positivo para sus componentes y los frutos más importante son los hijos.
La base de la comunicación en la pareja está en su capacidad de diálogo. Y este es posible si hay voluntad de compartir, actitud de acoger, la generosidad, la disponibilidad, la sinceridad, afrontar la vida juntos, la confianza, el conjuntarse y genera1r empatía mutua.
La relación de la pareja para poder ser una sola cosa se debe basar en la autenticidad, en la empatía, en la
disponibilidad,... en la voluntad de quererla conseguir.